Se hunden los pasos en el lodo.
El pasto no entiende de vergüenza.
La noche no se quiere caer del cielo,
respira con destreza en una rara niebla.
Ya me acostumbré a sus temblores,
esos que no son de frío.
Es un día amarillo,
han fallado las advertencias.
No encontraron el idioma inventado de su muerte.
Una y dos veces
me perdí.
Una y tres veces
me equivoqué.
Dos y una vez
reviviste.
Tres y una vez
hundiste tus pasos en el lodo.