miércoles, 28 de noviembre de 2012

Borracho estaba, pero me acuerdo (Víctor Hugo Vizcarra)


Mi vida ha sido un tránsito brusco de la niñez a la vejez, sin términos medios.
No tuve tiempo para ser niño. Hay una pelota nuevita, guardada en algún rincón de mis recuerdos. Lo más lógico ha de ser que yo sea un verdadero niño cuando me llegue la vejez. Para ella, es cierto, uno tiene tiempo de sobra. Presumo que ha de ser a los cuarenta y nueve años, pues si llego a los cincuenta me suicido. Nacionalizo una pistola y me pego un tiro.
Hablar de mi niñez, si vamos a llamarla así, es muy fregado.
Quiero olvidar ese período, pero es imposible. No tengo nada grato que recordar y los hombres que recuerdan con tristeza su infancia - no porque se les haya ido sino porque han sufrido mucho en ella - nunca más podrán ser felices. ¿Dónde andará, por qué caminos se extravió el niño que fui? Si es cierto eso de que en cada hombre hay un niño, el que habita en mí debe ser muy triste.