Me dejaste aquí
abandonada a mi
suerte.
En este lugar
donde
no cantan zorzales
y ni las hormigas
se me acercan.
Me quitaste los
zapatos
y los dejaste
sobre un puñado de
tierra
que no reconozco.
Aquí las personas
me miran,
me ladran desde
afuera.
Solo me queda
sentarme en el
techo,
esperar a que
venga
el viento a
llevarme
de vuelta.