lunes, 7 de octubre de 2013



Los médicos le dijeron que tenía un pequeño soplo en el corazón, pero estaban equivocados. El tenía el soplo del viento y el sonido del mar en su corazón. Poner mi cabeza en su pecho era como acercarse una caracola al oído. Todo el océano estaba encerrado ahí. Pero los médicos no entendían de esas cosas. Nosotros, por suerte, sí.