domingo, 10 de noviembre de 2013


Sin compararme con nadie, creo que el gran conocimiento se adquiere en las calles, en la conversación con todo el mundo y en la observación del paisaje. Es lo que nos enseñaron los griegos. Sócrates no era un hombre de biblioteca; repartía su sabiduría en los mercados. Diógenes el Cínico también. Yo creo que la torre de marfil del poeta no es efectiva. No es que el poeta tenga que ser el hombre de lo cotidiano, pero debe incorporar lo cotidiano a su manera, transmutarlo, como los alquimistas hacían con los metales. Todos los materiales son buenos, la cuestión es saber usarlos.

Jorge Teillier (un maestro!)