martes, 25 de marzo de 2014

Todos los días me detengo un momento a recordarla con cuidado, cada detalle, cada línea en sus manos partidas, cada mancha en sus piernas moreteadas, cada estría en su estómago de madre, puedo dibujar un mapa sobre ella en las paredes, pintar su rostro en cada hueco, en cada mueble, sin lavarme nunca las manos manchadas de óleo, allí está, la veo pequeñita entre mis dedos y la acuno como niña.
Todavía creo que anda por ahí, escondida debajo de la alfombra o detrás de las cortinas, puedo sentirla palpitar dentro de una tetera, escuchar su voz de sauce entre las plantas, pero no, no está, por más que lo crea.