viernes, 16 de julio de 2010

Palabras

Pomposas zumbaban alrededor, hasta que agarré el mata-moscas y las aplasté cinco por cinco. Anticuadas masqué toda la vida hasta que aburrida las pegué en la mesa. Olvidadas ellas se mantienen secas. Coloquiales colecciono en un álbum junto a las fotos de mi abuela muerta y ex novio flojo. Simples dejo volar en la palomera llena de alpiste mental, mientras se pisan y ponen huevos que como de vez en cuando. Plagiadas escondo debajo del colchón, y a falta de pan, mira que son buenas. Cada tercer domingo de cada mes las dejó sueltas en la calle para que se mezclen o escapen, y así crear frases nuevas, seguir en limosna de letras.